Aquí vais a encontrar una lista de trabajos que nos inspiraron todo el curso pasado. Regresos por todo lo alto, artistas que dan un paso al frente o bandas que, de nuevo, nos regalan momentos que no tienen precio.
Adjuntamos, además, una playlist Spotify de Adearte con una pequeña muestra de los álbumes que referenciamos. Ójala os gusten tanto como a nosotros.
Ezra Furhman – Goodbye small head

Recordábamos muchos el formidable “Transangelic Exodus”, dándonos, después, la sensación de que un compendio entre sus tres siguientes álbumes -banda sonora de “Sex Education” aparte – hubiera sido ideal para la carrera del de Chicago que la publicación de, prácticamente, un álbum por año. A la que se dio 3 cursos entre álbumes y superó sus tribulaciones personales y físicas, que él mismo se ha encargado de narrar, nos ha entregado, ahora sí, una joya absoluta. El Furman más maduro nos regala una obra que nos desarma por completo con una intensidad y una belleza apabullantes. De la desesperación al éxtasis, pasando por la ira o la delicadeza, este álbum es un viaje emocional sin cortapisas, hipersensible, sombrío pero resiliente y empático. Un trabajo personalísimo. Expresión pura de la identidad del autor.
Encontramos una unidad supervisada por el productor Brian Deck con recursos para todos los gustos, amalgamados con una coherencia más que lúcida: atmósferas orquestadas, segmentos de sampling, ritmos sintéticos, baterías furiosas y exuberancia en los arreglos. Abundan las baladas oscuras en paisajes emo, pero también las piezas progresivas de punk-rock rabioso o propuestas etéreas que describen aquellos diferentes estados de ánimo.
Mercury Rev – Born Horses

Otra vez. Mercury Rev no decepciona (casi) nunca. Pero esta vez nos regalan un álbum que puede mirar – casi – a la cara a sus mejores obras. Lo cual, es decir mucho. Dejan de lado sus incursiones más electrónicas y centran la sónica de este trabajo retrotrayéndose a sus paisajes orgánicos más apoteósicos. Es muy probable que la producción ejecutiva del ex-Cocteau Twins Simon Raymonde tenga mucho que ver en ello.
No reproducen la épica de “All is dream” ni llegan al lirismo más simbólico de “Deserter´s songs” pero, a cambio, balancean de manera magistral lo onírico y lo cósmico mediante un vehículo flotante y etéreo pero envolvente de manera fascinante. Te sumergen en un viaje mágico y a la vez atado poéticamente a la introspección más existencial y humana. Desarrollan planos inequívocamente emocionales mediante todos los recursos que una maravillosa madurez musical les otorga: elementos jazzísticos, atmósferas de múltiples capas que no avasallan, paisajes de síntesis cálidas y una psicodelia de texturas que no por barroca se distancia de lo más humanamente sensorial. Una delicia para mirar al horizonte echando la vista atrás, hablando de la pérdida a través de una introspección que no ciega.
The Cure – Songs of a lost world

Menudo regreso del grupo de Robert Smith, después de 16 años sin publicar material. Años éstos llenos de rumores, de temas presentados en directo pero no publicados, de sesiones de grabación anuladas y de un entorno del propio Smith repleto de pérdidas personales.
Un regreso que, para gran parte de la crítica, sitúa este “Songs of a lost world” entre lo mejor de la obra de The Cure desde su “Disintegration”.
El disco resulta una obra muy madura en el que la angustia no se corresponde ya con la de alguien a quien le da vértigo crecer, sino una persona que se enfrenta a su propia mortalidad: lamentando el sombrío presente y añorando un pasado no necesariamente luminoso.
Smith y su banda parecen recopilar lo más reivindicado de su carrera, haciendo gala de una opulencia sonora y una épica algo minimalista de una formación que se lo puede permitir. Un grupo que domina ese terreno al servicio de sus señas de identidad: la hermosa oscuridad y la romántica melancolía de quienes encaran la que parece la más difícil de las panorámicas vitales.
Father John Misty – Mahashmashana
Séptima entrega del proyecto personal de Josh Tillman que se ha convertido en nuestro favorito junto a aquel “I love you, honeybear”, que queda algo lejos ya. De un lirismo a veces contundente, a ratos sinceramente íntimo, el álbum sobrevuela todas las coordenadas de trabajos anteriores: indie-folk, post-rock y algo de psicodelia (indie).
El de Rockvile se permite abrir el disco con una de las piezas – la que da título al álbum – más ambiciosas de toda su carrera. Una especie de clímax barroco (indie) que aquí sirve de introducción para una colección que conjuga la suciedad más urbana de “She cleans up” con composiciones como “Mental Health” o ese “i guess time just makes fools of us all” a lo Jack Nitzsche o Carole King. El autor se mueve como pez en el agua en coordenadas melodramáticas y existencialistas con sinceridad preciosista pero contenida. Una delicia folk, en todo caso.
Malcolm Jiyanne Tree-O – True story

Tras su aclamado “Umdali”, el trombonista y compositor sudafricano regresa con una obra que, si bien no abandona piezas y secciones de ricas polirritmias, se aventura en terrenos más evocadores, introspectivos y, de paso, algo más sombríos. Resulta en un trabajo más ambicioso y poliédrico. Un álbum que, sobre todo a los interesados por las biografías, se siente más acorde a la difícil vida del autor. Contrastes que tienen fiel reflejo en la convivencia entre las secciones de metales de rabioso funk y las agradecidas y evocadoras melodías mid-tempo, con las algo más oscuras y melancólicas melodías que incluyen distorsiones y sintetizadas secciones vocales y que cuentan, por supuesto, con el trombón de Jiyanne que, aquí más que nunca, evoca con emoción palpable lamentos y añoranzas.
Charles Lloyd – The sky will still be there

Aclamadísimo disco de Lloyd que hace justicia a uno de esos supervivientes de la generación de los Coltrane y Coleman que aquí se hace acompañar del pianista y compositor Jason Moran, el bajista Larry Grenadier y el batería Brian Blade. Este trabajo contiene composiciones todas originales del músico de Memphis y, sin embargo, suena a memorando de toda una carrera con ecos y homenajes a compañeros como los Monk, Webster, Holliday o Rollins de los que tanto bebe. Del rabioso hard bop al contemplativo modal en piezas que evocan melancolía, tristeza y añoranza. Él mismo en la nota del disco se encarga de expresar con palabras algo que, simplemente escuchando el disco, queda meridianamente claro. Una obra que suena a mirada global de un saxofonista, flautista y compositor que cumple 87 años y que sabe que está – en sus propias palabras – al final del camino.
Ólafur Arnalds, Talos – A dawning

Obra anómala pero bellísima fruto de la colaboración entre el compositor islandés y el tristemente fallecido artista de música electrónica, el irlandés Talos. EL repentino deceso tiene como consecuencia la brevedad del álbum que, no obstante, nos deja una sincronía conmovedora entre el desempeño de Arnalds al piano y las texturas sintéticas junto a la emotiva voz de Eoin French – nombre real del artista detrás del proyecto Talos -.
Este es un álbum de una belleza minimalista que, sorprendentemente, te deja sin aliento en un crescendo contenido que irradia una emotividad que se palpa sincera pese a las circunstancias de la grabación y conclusión del proyecto.
Una belleza absoluta.
Gabriel Ólafs – Lullabies for piano and cello

Hemos de especificar que este disco es del año 2023En qué poco tiempo se ha convertido Ólafs en una de las sensaciones del neoclasicismo actual. Cofundador antes de cumplir los 30 de la Reikiavik Orchestra, el joven islandés compone y arregla este delicadísimo trabajo que tienen como pilares su piano y el cello de Steiney Sigurðardóttir. Sin más. Nada menos.
Un piano, el suyo, que fluye entre la brillantez concreta y la sensación de evaporarse justo cuando sus piezas quedan suspendidas. Viaja arriba y abajo mientras se apoya en un cello que se mantiene como el ancla necesario para que el piano pueda narrar con delicadeza y callar, volar y desaparecer. Evocar, sin duda.
Yazz Ahmed – A paradise in the hold

La artista británica sigue explorando su origen persa en este “A paradise in the hold”, con más decisión que en su anterior trabajo. Una amalgama que sigue incorporando instrumentación del folklore de tierras arábigas, sintetizadores y en la que se atreve a ir más allá usando las escalas árabes de cuartos de tono. Un desafío para una trompetista nacida en Londres pero criada en Bahrein que compone apoyándose en los polirritmos y en la potentísima sección de cuerdas. Su trompeta desarrolla melodías que flotan sobre la tierra de arreglos que cuentan aquí con impresionantes interpretaciones de la talla de Natacha Atlas – de Transglobal Underground – o el legendario contrabajista Ron Carter. Un éxtasis musical como pocos.
Hermanos Gutiérrez – Sonido cósmico

Nuestra obra fronteriza favorita de este curso. Entre Texas, Nuevo México y la introspección más árida se sitúa este álbum producido por Dan Auerbach (The Black Keys). Psicodelia tex-mex con desarrollos contemporáneos, guitarra slide, sutiles sintetizadores, mellotron y blues soterrado para unas composiciones menos concretas que en trabajos anteriores pero que crean atmósferas inconclusas evocadoras.